Siempre que hablamos de crisis, hablamos de una mutación o cambio importante que nos puede llevar a una inestabilidad, los resultados de esta crisis podrían ser mejores o quizás podrían empeorar, la crisis es sinónimo de: problema, conflicto, una situación delicada. He pasado por una cantidad considerable de crisis de todo tipo, hoy nuevamente vivo una, que se repite y de la cual estoy muy cansada de luchar: crisis vocacional.
A lo largo de mi vida, tuve que enfrentar que a mi familia, no le hiciera gracia que quisiera estudiar algo relacionado con el arte, muchos opinaron que perdería mi tiempo, y, que se sería pobre. Como si hoy fuese rica....
Pocos creyeron en mi talento, a la que recuerdo es a mi tía paterna Ruth quien apoyó mi decisión de querer estudiar teatro, hasta el día de hoy su ausencia me afecta ya que ella confiaba plenamente en mi potencialidad. No pude por motivos económicos estudiar la carrera, además de que la zona de la que provengo, las escuelas de teatro eran escasas, aún así mi papá me apoyó para que tomara talleres y así no me frustrara en mis deseos, en esos años no ayudó mucho que mi autoestima anduviera por los suelos, como adolescente atravesé períodos complicadísimos, para mi mala fortuna caí en un taller donde la que impartía la clase que tomé, era una actriz que tenía más problemas emocionales que yo, hizo que dudara de mi incipiente talento (al menos, eso me juraba yo) , a decir verdad no me hizo la vida muy grata, nunca entendí porque se comportó así conmigo. Después hice otros talleres, en los que recibí herramientas las cuales he podido desarrollar en mi vida, y me ayudaron a relajarme como ser humano, porque para ser honesta era bastante rígida.
El último taller que tomé fue el de Literatura, siempre me gustó leer y me refugié en los libros a lo largo de mi vida, han sido mis compañeros de ruta más fieles, el taller lo tomé mientras estaba por finalizar la carrera técnica que estudié, y como la nube negra me persigue cada cierto tiempo, no pude continuar porque empezaría con las prácticas que lamentablemente coincidían con el horario del taller, lo lamentamos harto con mi profesor de Literatura. Nos divertíamos escribiendo e imaginando historias, le agradezco que me haya enseñado a hurgar en mi mente, afinó mi instinto Literario.
Podría sonar raro entonces, que no hubiese estudiado una carrera relacionada con el arte, el tema económico es muy fuerte, mi hermano mayor pudo estudiar gracias a que quedó en la universidad (préstamo estatal), yo dí la prueba pero no quedé, aunque en esos tampoco no tenía clara la película, uno sale del colegio dando puros tumbos... con los años, pude estudiar una carrera con un préstamo, la cosa es que me prestaban la plata siempre cuando fuese una carrera técnica, dado el panorama opté por estudiar Técnico en enfermería, tenía cierto interés en temas relacionados con la salud, y así fue como terminé en eso, los semestres fueron difíciles, no porque me fuese mal, no, sino porque siempre tenía dudas con respecto a mi vocación, fue una charla que nos dio una docente del ramo de Microbiología, la que me motivo a seguir a pesar de todos mis resquemores, ya estaba embarcada , nada que hacer... Por último, por orgullo uno lo hace...
No me había titulado aún, cuando ya tenía 2 ofertas de trabajo en la capital, lo que permitió que abandonara mi pueblo, y pudiese revivir un poco, me vine a Santiago con el Certificado de Título, el que me autorizaba a trabajar (me titulé con la Distinción Máxima), y acá ya llevo 6 años, en los cuales he pasado de todo y en ciertas ocasiones, me he divorciado de esta carrera, no ha sido todo malo, para nada, he vivido cosas muy buenas y entretenidas... sin embargo, eso no me alcanza ni para amar la carrera ni para ser feliz, porque no estoy siendo feliz cuando veo que los demás no corren ayudar a los pacientes, cuando han olvidado el juramento que una vez hicieron, cuando están más preocupados por cosas domésticas que por servir a la comunidad, estoy cansada, super cansada....
No hay comentarios:
Publicar un comentario